Aprender mientras dormimos

Se ha afirmado con suma frecuencia que es posible aprender mientras dormimos, posiblemente con ayuda de una serie registrada de sugerencias o información verbalizada a través de un parlante ubicado debajo de la almohada. Los diversos trabajos de investigación han llegado a diferentes conclusiones. La principal de ellas es qua cuando dormimos no aprendemos de lo que oímos. El sueño es importante en el proceso de aprendizaje, sin embargo. Si aprendemos una lista de palabras sin sentido, el recuerdo de ellas entre ocho y veinticuatro horas después es mejor si hemos dormido. Ocho horas más tarde, sin haber dormido la memoria no es tan eficaz como veinticuatro horas después con sueño previo. Esto sugiere que los trazos de la memoria se refuerzan con el sueño.

Que en efecto aprendemos en el sentido de crear nueva información o percepción mientras dormimos es algo generalmente aceptado. Albert Einstein sugirió que los hombres de ciencia creativos son los que tienen acceso a sus sueños. Quiso decir que para ser innovadores debemos dejar atrás periódicamente la vía del sentido común y el pensamiento racional. Lo racional tiende a moverse en planos de ideas conectadas con lo que es ya conocido. Para crear algo nuevo, encontrar una nueva dirección, puede resultar necesario recuperar ideas en apariencia irracionales, pasarlas por un cernidor y reconstruirlas en formas prácticas.

Los sueños tienen la capacidad de fantasear, de contemplar y experimentar con lo irracional, de tomar una idea y sacarla completamente fuera de su viejo marco o punto de vista. Como nuestra mente es capaz de lograr esto mientras dormimos, podemos recurrir no sólo a nuestra creatividad, sino también a nuestra capacidad de resolver problemas. Como prueba personal de este punto, sugerimos la siguiente experiencia. Tomemos un problema que no hayamos podido resolver. Pero ni siquiera debemos pensar fugazmente en él hasta la hora de acostarnos! Si lo hacemos la experiencia pierde todo su valor.

Una vez acostados, pensemos en el problema durante no más de quince minutos. Si resolvemos el problema, anotemos cuánto tiempo nos llevó hacerlo. De lo contrario, dejemos de pensar en él y durmamos, luego de haber tomado la resolución de recordar los sueños que tengamos. Es probable que soñemos la respuesta. Si no la recordamos, al despertar dediquemos otros quince minutos a tratar de descubrir la solución.

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