Mar

La mayoría de las actividades subyacentes en nuestra vida física y mental se encuentran más allá del alcance de nuestra conciencia. De vez en cuando algo, como un dolor en el pecho, o una emoción extraña que nos desestabiliza, pueden aparecer en la conciencia, para luego desaparecer. El mar, con su superficie y sus misteriosas profundidades, se presta para representar esta experiencia humana de lo conocido y lo desconocido de nosotros mismos. La inmensidad del mar es también una imagen visible de la inmensidad de nuestro mundo interior, en su mayor parte desconocido, así como de la relación que tenemos con el universo, del cual, a pesar de existir en él, tan poco sabemos. El mar contiene vastos tesoros, curiosidades y nuestra historia, no porque la vida brotó del mar, o porque nuestra sangre sea como la sal en ese mar de remoto origen, sino porque tantas naves y cosas están hoy bajo las olas. A veces es posible recuperarlas y esto expresaría nuestro recordar o traer a la conciencia.

Ejemplo: “Mi marido y yo estábamos contemplando la superficie del mar. Empezaba a anochecer. Vi una masa de sombras oscuras y pensé que podía ser un cardumen. Luego vimos aves marinas, patos, quizá, y más sombras oscuras. Ya había oscurecido. Después apareció un agujero en el mar, una especie de ombligo, y me pregunté qué era, cómo se formaba, o si era algo debajo del agua. Algo muy grande subía a la superficie muy cerca de mí. Me desperté al instante”. (Ginny O.) Ginny y su marido habían estado explorando el contenido de sus sueños. En la imagen del mar Ginny intuye que hay enormes profundidades en su propio interior y que algo grande, un complejo de intuiciones y sentimientos, comienza a subir al plano consciente.

Así el mar representa generalmente el límite entre lo inconsciente y lo consciente; nuestros procesos de vida y los orígenes de ella; la sabiduría, no verbalizada aún por haber estado encerrada en el proceso más que en la visión profunda de nuestra existencia; la fuente de los inmensos impulsos vitales, como el que nos empuja a la independencia, la unión sexual y la paternidad; un símbolo de la infinita energía o conciencia de la que la existencia humana es sólo una ínfima parte.

Ejemplo: “Había en el mar un pequeño bote. Pero el mar disolvía a cualquiera que cayese en él. Un hombre cayó, pero se mantuvo íntegro y volvió a subir al bote. Recuerdo las palabras ‘El mar es un gran solvente’.” (Tim P.) Tim tiene conciencia de este sentido inconsciente de ser parte del enorme mar de la vida o energía. En él podemos correr el riesgo de perder nuestra propia identidad. Finalmente la identidad “se mantiene entera” por obra de nuestra propia fe en nosotros mismos.

Hundirse en el mar: traer contenidos internos a la conciencia; recordar la experiencia del útero; dejar que el ego se rinda; contemplar la muerte. Si hay sensación de enormidad, profundidad: ir más allá de los límites de nuestra experiencia, habitualmente impuestos por nuestro yo consciente o ego.

Olas:impulsos, sentimientos y emociones, como sexualidad, ansiedad, enojo.

Marea: altibajos de sentimientos tales como el amor, el placer o la sexualidad; puede referirse a envejecer cuando se retira; marea en nuestros asuntos.

Ejemplo: “Estoy parado en el borde del mar o muy cerca, cuando de repente aparecen inmensas olas a lo lejos acercándose hacia aquí. Sé que me cubrirán y me vuelvo y corro. A veces me alcanzan, y otras me despierto”. (Señora A.V.) Podemos huir del placer y de una intuición más profunda, tanto como del dolor y del temor.

Ver playa, peces.

Ver sea

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