Ciencia y sueños
En 1937, mediante el uso del electroencefalograma, EEG, que mide diminutos impulsos eléctricos del cerebro, Loomis y sus colaboradores descubrieron que la forma de las ondas cerebrales cambia con el comienzo del sueño. El paso siguiente en la comprensión del tema fue dado cuando Aserinsky y Kleitman hallaron los rápidos movimientos del ojo, REM, en 1953. En 1957 se relacionaron los REM con los sueños. Esto definió para el sueño dos diferentes estados observables, el REM, y el N REM, sin movimientos rápidos del ojo. Dentro del segundo tipo se identificaron tres etapas diferentes. Se las define por los distintos esquemas de actividad eléctrica en el cerebro. Se las mide por la altura (amplitud) de las ondas cerebrales y por la frecuencia del movimiento hacia arriba y hacia abajo. Existen además cambios eléctricos registrados en los músculos (medidos por medio de un electromiógrafo) y en el movimiento del globo del ojo (medido por medio de un electrooculógrafo).
En el sujeto despierto la altura es baja y la frecuencia, rápida. A medida que nos aflojamos antes de dormirnos el EEG se desplaza hacia lo que se denomina ondas “alfa”, con 8 a 12 ciclos por segundo. La etapa uno del sueño es la transición desde el estado soñoliento del alfa al sueño, en el cual se registran ondas “theta”, de 3 a 7 ciclos por segundo. En esta primera etapa experimentamos imágenes e ideas al azar. Esto dura unos diez minutos; le sigue la etapa dos, en la que aparecen “husos de sueño” con 12 a 14 ciclos por segundo en el EEG. Estos duran de 1/2 a 2 segundos, y le siguen complejos K, es decir, ondas lentas y largas en el EEG.
Aproximadamente la mitad de nuestro período de sueño transcurre en esta segunda etapa. Se alcanza el sueño profundo cuando nuestro cerebro exhibe ondas delta, con 1/2 a 2 ciclos por segundo. Al cabo de aproximadamente una hora y media de habernos sumido en el sueño profundo se registra un cambio apasionante.
Volvemos al nivel dos y se registran los REM. De repente la mente se encuentra alerta y activa, aunque el sujeto esté dormido y sea difícil despertarlo. Se ha llamado a este nivel sueño paradójico a causa de este hecho. La actividad muscular voluntaria queda suprimida y el cuerpo está esencialmente paralizado. Morrison ha señalado que si bien el cerebro está trasmitiendo mensajes completos de actividad muscular, éstos quedan habitualmente suprimidos por una zona del cerebro. Sin embargo, se registran acciones breves, como rápidas sacudidas del globo del ojo, estremecimientos musculares, cambios en el tamaño de la pupila, contracciones en el oído medio y erección del pene. Es posible que se produzca idéntica excitación en la vagina. Además se registran “tormentas” automáticas durante las cuales se observan grandes cambios erráticos en los latidos cardíacos, la presión sanguínea, la velocidad de la respiración y en otras funciones automáticas del sistema nervioso. Son los cambios que acompañan nuestros sueños.
Si durmiésemos ocho horas, el cuadro típico sería pasar al sueño delta, permanecer en esta etapa de unos setenta a noventa minutos, luego volveríamos a la etapa dos y soñaríamos unos cinco minutos. Volvemos luego al sueño delta, permanecernos allí unos cinco minutos y pasamos otra vez al nivel dos, pero sin soñar, y seguidamente al nivel tres. El retorno siguiente al nivel dos es más prolongado, de cercade una hora, con un período de soñar que dura unos 19 minutos y también un breve período de retorno al estado de vigilia. Hay un solo período corto de regreso al sueño de la etapa tres que tiene lugar luego de casi cuatro horas después de dormirnos. Pasado ese punto permanecemos en un sueño de nivel dos, con tres o cuatro períodos de sueño de duración creciente y retornos a períodos cortos de despertarse. El promedio de cambio de posición del cuerpo es de una vez cada quince minutos.
1. Al sufrir 205 horas de privación de sueño cuatro varones sanos mostraron varios cambios fisiológicos y psicológicos. Entre ellos cabe mencionar el dolor de cabeza, falta de concentración, alucinaciones, pérdida de memoria, temblor y, en algunos, paranoia. En todos los casos una noche de sueño restableció el funcionamiento normal.
2. Una de cada diez personas que se quejan de somnolencia durante el día sufre de apnea durante el sueño, es decir paros de la respiración.
3. Una condición llamada narcolepsia hace que el paciente se duerma en momentos inesperados, mientras hace el amor, camina, juega al tenis o trabaja.
4. A medida que envejecemos es habitual dormir menos. En especial nuestros REM disminuyen notablemente.