Experiencia extracorpórea

“Aproximadamente a las dos o tres de la mañana nos despertó un ruido a Brenda, mi mujer, y a mí. Cuando erguimos la cabeza para identificarlo advertimos que era el picaporte de la puerta del cuarto de nuestros hijos, que giraba. Como tenemos sólo dos dormitorios en la casa y el cuarto de los chicos está directamente frente al nuestro, nos repetimos: ‘iNo, otra vez los chicos!’ Con el consiguiente fastidio nuestro, se habían despertado varias veces en mitad de la noche para decirnos que era de mañana y hora de jugar. Habíamos tratado de impedírselo, pero otra vez parecía suceder lo mismo.

Estábamos pensando en esto cuando oímos ruido de pies bajando por la escalera. Era extraño, porque generalmente los chicos no salen del cuarto. Brenda se levantó, decidida a que quien fuese que se había levantado volviese a la cama. La oí encender la luz, bajar, encender la luz del living y llegar a la cocina y el baño. Finalmente volvió y abrió la puerta del cuarto de los chicos, algo también extraño, pues la creíamos abierta ya. Volvió con aire perplejo y un poco alarmada. Están todos acostados y dormidos, me dijo. Durante un rato hablamos del misterio, tratando de comprender cómo habíamos oído moverse el picaporte y luego pies que bajaban por la escalera, si la puerta no estaba abierta.

Además, los picaportes de las puertas en nuestro piso alto están a buena distancia del suelo y los niños no pueden alcanzar ninguno sin arrimar una silla. Tenían un banquito en su cuarto que usaban con ese fin, pero cuando Brenda abrió la puerta, no estaba ni siquiera cerca de ella. Sin respuesta a nuestro misterio callamos y nos dispusimos a reanudar el sueño. De repente oímos otro ruido del cuarto de los chicos. Sonó como si alguien arrastrase el banquito y luego oímos moverse otra vez el picaporte, pero la puerta no se abrió. ‘Ve tú esta vez, me dijo Brenda, muy preocupada. Abrí bruscamente nuestra puerta a tiempo para ver moverse el picaporte de la otra. No se abría. Me acerqué, hice girar el picaporte y la puerta se abrió un poco, pero algo la bloqueaba. Por el resquicio apareció la carita de mi hija Helen, que estaba encaramada en el banquito. Con mucho cuidado le pregunté: ¿Qué quieres, mi amor? Sin alarmarse me dijo: Quiero ir al baño. El baño estaba abajo y era necesario atravesar el living y la cocina para llegar a él. Ahora tenía una pista, de modo que le pregunté: ¿Fuiste al baño antes? Sí, respondió, pero mamá me mandó de vuelta a la cama.” (Tony C.)

Se trata de un ejemplo poco usual de experiencia extracorpórea (EEC). En general es descripta desde el punto de vista de la persona que se proyecta, y por lo tanto es difícil corroborarla. Aquí tres personas interpretan la EEC a su manera. Desde el punto de vista de Tony y Brenda, lo sucedido provocó estímulos sensoriales, pero solamente auditivos. Helen dice que estaba segura de haber bajado realmente y haber sido enviada otra vez a la cama por su madre. Tony y Brenda creían que había una conexión entre lo que pensaron y sintieron (que sus hijos debían volver a acostarse) y lo que Helen experimentó como una realidad objetiva.

Las EEC se describen por millares en todas las culturas y los períodos de la historia. Una experiencia extracorpórea más general que la que acabamos de describir podría incluir la sensación de lanzarse por un túnel estrecho antes de tener conciencia de la independencia del cuerpo. En esta primera etapa algunos individuos experimentan una sensación de parálisis física que puede ser alarmante (ver parálisis).

Pero su conciencia parece convertirse entonces en un puesto de observación fuera del cuerpo. Habitualmente sigue a esto una intensa conciencia de uno mismo, con su ámbito inmediato, que no se asemeja al soñar ni aun a la lucidez. Algunos entre quienes se proyectan así creen estar más vitalmente conscientes y racionales que en estado de vigilia. Aquí puede ocurrir que se contemple el propio cuerpo. Una vez que la conciencia es independiente del cuerpo, los límites de espacio y de tiempo tal como se conocen en el cuerpo dejan de existir. Con toda facilidad es posible atravesar paredes, volar, viajar o encontrarse en un lugar muy lejano, observando lo que puede ser o parece ser real allí.

Sir Auckland Geddes, eminente anatomista británico, describe su propia experiencia extracorpórea, que contiene muchos de los rasgos mencionados. Al sufrir en forma repentina un violento episodio de gastroenteritis no tardó en verse imposibilitado de moverse; o de llamar por teléfono para obtener ayuda. Mientras esto ocurría advirtió que tenía una conciencia A y una conciencia B. La A era su conciencia normal y la B era exterior a su cuerpo y observaba. Desde la B veía no sólo su cuerpo, sino además la casa, el jardín y los alrededores. No tenía más que pensar en un amigo o en un lugar y de inmediato se encontraba allí. Más tarde pudo encontrar la confirmación de sus observaciones. Al mirarse el cuerpo, notó que el cerebro era como una placa condensadora en la cual actuaban la memoria y la conciencia. La mente, decía, no estaba en el cerebro, sino que el cerebro estaba en la mente, como una radio en el juego de señales. Luego vio llegar a su hija, quien descubrió su condición, y la vio llamar por teléfono a un colega amigo, a quien él mismo vio a la vez.

Muchos casos de EEC se registran poco antes de la muerte, cuando una persona ha “muerto” de un ataque cardíaco, por ejemplo, y más tarde se la revive. Debido a esto se ha intentado considerar la posibilidad de sobrevivir a la muerte en estos casos, mediante los correspondientes estudios. En realidad muchos de quienes tienen experiencia de EEC poseen una visión de la muerte muy distinta de laque tenían antes.

Los primeros intentos de explicar la EEC sugerían un cuerpo sutil o astral, que es un doble de nuestra persona física y mental, capaz de pasar a través de las paredes. Se decía que estaba conectado al cuerpo físico durante una EEC por un cordón de plata, una especie deiírlea de salvación que mantenía vivo el cuerpo físico. Esto se asemeja al concepto según el cual las personas con quienes soñamos no son creaciones de nuestra propia psiquis, sino que tienen su propia realidad. Ver identidad y sueños. Los propios conceptos inconscientes del yo del sujeto parecen ser el factor que da forma a la EEC. Si por lo tanto estamos seguros de que debemos viajar a un punto distante, en la EEC viajamos. Si creemos que de inmediato estamos allí por el poder del pensamiento, estamos allí. Si na podemos concebir la existencia sin un cuerpo, tenemos ese cuerpo, y así consecuentemente.

Este enfoque explica muchos aspectos de la EEC, pero carecemos todavía de una idea clara de la relación con el mundo físico. En muchos casos de EEC que ocurren poco antes de la muerte, se sugiere que puede haber supervivencia más allá de ella, no necesariamente como forma de intentar trascenderla, sino tal vez como forma primitiva de advertir a la familia sobre una muerte. Si hay supervivencia más allá de la muerte, la EEC puede ser una condición preparatoria que lleva a la nueva forma.

Ver alucinaciones, alucinógenos.

Ver out of body experiences 

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