Incesto
Estos sueños rara vez se refieren al incesto físico, sino a los deseos que guardamos desde nuestra infancia de poseer o tener el control del amor y el cuerpo de nuestros padres. En la temprana infancia sentimos que nada existe fuera de nosotros mismos. Por consiguiente todo debe someterse a nuestros propios deseos. Que no ocurra así, que los padres hagan cosas diferentes de las que requerimos de ellos, provoca un choque que forma parte de la maduración.
Nuestras emociones infantiles, sin la censura de las reglas sociales y de la conciencia de nosotros mismos, tienen un enorme poder, y cuando no se las satisface o resuelve son retenidas inconscientemente. Si aspiramos a integrar la energía potencial encerrada en estos aspectos debemos encarar algunos de estos deseos incestuosos y transformarlos en amor adulto.
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