Pesadilla

Muchos sueños nos provocan tal intensidad de emociones como rara vez o nunca nos sucede cuando estamos despiertos. Si las emociones sentidas son aterradoras o repugnantes, llamamos a estos sueños pesadillas. Uno de los rasgos comunes de la pesadilla es que como soñantes tratamos desesperadamente de alejarnos de tal situación, nos sentimos atrapados en una condición terrible; o bien al despertarnos experimentamos un alivio enorme de que se haya tratado de un sueño. A causa de la intensidad de la pesadilla la recordamos durante mucho más tiempo que otros sueños; a pesar de que pocas veces recordamos otros sueños, llegamos a preocuparnos mucho por lo que puede significar una pesadilla.

Se ha investigado gran cantidad de sueños en profundidad, utilizando varias técnicas, como la’ hipnosis, la exploración de asociaciones y el contenido emocional, y la psicoterapia basada en el ácido lisérgico (LSD), con las cuales el soñante puede explorar recuerdos habitualmente inconscientes, imágenes y sentimientos. Por este motivo hoy podemos afirmar con cierta certeza en qué consiste la pesadilla. Surge de seis causas principales:

1. Recuerdos inconscientes de emociones intensas, como las surgidas cuando un niño debió permanecer internado en el hospital sin su madre. Ver segundo ejemplo en oscuridad.

2. Intensa ansiedad provocada, aunque no descargada del todo en el momento, por situaciones externas como escenas de guerra, agresión sexual (aplicable tanto a varones como mujeres, ya que con frecuencia son víctimas de asalto). Ejemplo: “Una cosa anda merodeando por la casa tétrica y oscura en la que estoy con un niño pequeño. Para protegerme me encierro en un cuarto con el niño. La cosa encuentra este cuarto y trata de derribar la puerta. Trato frenéticamente de mantenerla cerrada con las manos y con un pie apretado contra ella, la espalda apoyada en la pared como sostén adicional. Fue una lucha tremenda y me desperté gritando”. (Terry F.) Cuando Terry permitió que el sentimiento de terror se manifestase en él estando despierto, experimentó lo que había sentido cuando era niño (el niño de la pesadilla) durante un bombardeo en la Segunda Guerra Mundial. Su sensación de inseguridad databa de entonces y brotó cuando renunció a un empleo estable, manifestándose en las imágenes de la pesadilla. Al comprender sus temores pudo evitar su influencia paralizante.

3. Temores de la infancia, como la pérdida de uno de los padres, perderse o ser abandonado, temor de ser atacado por desconocidos o por uno de sus progenitores, ansiedad por sus propios impulsos interiores, etcétera.

4. Muchas pesadillas en los adultos tienen un origen semejante, es decir, temor relacionado con impulsos interiores como la agresión, la sexualidad y el proceso de crecimiento y cambio (la adolescencia, la pérdida de las características sexuales, la vejez y la muerte). Ver tercer ejemplo en puertas, bajo casa, edificios.

5.  Enfermedad grave. Ejemplo: “Noche tras noche sueño que un gato me muerde la garganta”. (En Landscapes of the Night.) El soñante sufría un cáncer de garganta. Estos sueños sobre enfermedad física no son tan comunes como las pesadillas de otro tipo.

6. Premonición de hechos fatídicos. Ejemplo: “Mi marido, piloto en la RAF, había perdido recientemente a un amigo en un accidente aéreo. Una mañana se despertó muy preocupado, cuando habitualmente es muy optimista. Me dijo que había soñado que su amigo piloteaba un avión jet negro y que quería que mi marido lo acompañase en el vuelo. A pesar de haber sido un sueño simple, mi marido no lograba vencer sus pensamientos sombríos. Poco después su propio jet cayó y mi marido se mató”. (Anónimo.)

Comprender las causas de las pesadillas nos permite encararlas. Las cosas de las que huimos en las pesadillas deben enfrentarse cuando estamos despiertos. Lograremos esto si nos sentamos y nos imaginamos otra vez en plena pesadilla, afrontando lo que nos provocó terror. Terry se imaginó abriendo la puerta que luchaba por mantener cerrada. Al hacerlo sin moverse de su lugar sintió cómo surgían sus temores de la infancia. Cuando los reconoció como lo que eran, el terror desapareció con su recuerdo.

Una mujer joven me contó que había tenido un sueño recurrente de un pedazo de tela que le tocaba la cara. Gritaba y gritaba hasta despertar a su familia. Una noche su hermano se sentó junto a ella y la ayudó a hacer frente a los sentimientos expresados por la tela. Cuando ella accedió descubrió que la tela era la mortaja de su abuela. Lloró por su muerte, vivió sus sentimientos sobre la muerte y nunca volvió a sufrir la pesadilla. Las técnicas descriptas en procesamiento de los sueños servirán para encarar tales sentimientos. Hasta el simple acto de imaginarnos nuevamente en plena pesadilla, afrontando lo que nos asusta, iniciará el proceso de cambiar la relación con nuestros miedos interiores.

Ver nightmares

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