Sueños como guía espiritual

Siempre se han relacionado los sueños con el aspecto espiritual de la existencia, a pesar de que hoy sean muchos los líderes espirituales que no están de acuerdo con esta posición. Si los sueños ponen al soñante en contacto con el origen de su propia visión interior y certeza, es lógico que haya existido algún grado de conflicto entre el clero autoritario y los sueños que se publicitan. Una persona legaque encuentrasu propio camino hacia Dios en un sueño podría cuestionar la autoridad religiosa. Sin duda ha sido común inventar sueños con el tema de Dios para ser escuchados. A pesar de la oposición, no obstante, Mateo soñó con la aparición de un ángel. José continuó aceptando la advertencia de Dios de que se llevase a Jesús. Pedro, en fin, tenía sueños con animales impuros.

El moderno enfoque científico ha colocado grandes signos de interrogación sobre el concepto del espíritu humano. El estudio de las actividades cerebrales y bioquímicas ha creado el concepto según el cual la personalidad humana es en su totalidad una serie de fenómenos biológicos y bioquímicos. Los resultados de tal posición en las relaciones entre médico psiquiatra y paciente son que la comunicación de la personalidad humana sea sumamente superficial. Tal vez no sea posible expresarlo en palabras, pero la idea aproximada sería que si estamos deprimidos se trata de un problema bioquímico o de un trastorno cerebral. Cuando alguien se muestra lejano o autista, no es que exista un centro vital en la personalidad que por alguna razón haya optado por eludir contactos, sino que la causa es un problema bioquímico o fisiológico. No es nada personal; tomemos una píldora para cambiar la bioquímica, ya que no somos realmente personas. Por cierto que debemos aceptar que la personalidad humana tiene que afrontar en ciertos casos la tragedia de un mal funcionamiento bioquímico, pero también necesitamos reconocer que el proceso bioquímico y fisiológico puede alterarse por obra de la voluntad y el valor.

En el esfuerzo por descubrir la naturaleza del espíritu humano mediante el estudio de los sueños, la creatividad cumple un papel destacado. La naturaleza del espíritu puede no ser la que hemos considerado tradicionalmente. Un examen general de los sueños y de la forma en que los soñantes se relacionan con ellos sugiere un hecho sorprendente. Podemos llamarlo el “efecto de caracol”. Cuando oímos ruido en el caracol marino que nos acercamos a la oreja, estos ruidos parecen ser externos a nosotros, pero es mucho más probable que sean la amplificación de sonidos creados en nuestro propio oído quizá por el paso de la sangre. Imaginemos una máquina en una sala de juegos electrónicos donde el jugador pueda sentarse y, puesta la máquina en marcha, lo sumerge en imágenes, sonidos, aromas y sensaciones. Al principio hay una oscuridad titilante, luego sonido, y las luces se mueven. Vemos una cara o una criatura. Como las manchas de tinta de la prueba de Rorschach, la persona crea figuras y escenas con la luz y el sonido sin forma. Aparece un diablo que aterra al participante. Personas, demonios, animales. Aparecen y se esfuman Dios y los ángeles. Las escenas son nítidas, o bien un vendaval de movimiento y de actividad poco definida. Surgen sucesos que muestran todos o cualquiera de los aspectos de la experiencia humana. Nada es imposible.

Si al salir el participante le decimos que lo sucedido es totalmente de su propia creación, surgido de sentimientos, temores, hábitos, ideas y procesos fisiológicos que tienen lugar en su interior, como el efecto de caracol, puede decirnos: “i Dios mío, eso era todo! ¡Y yo creí que era real!. ¡Qué pérdida de tiempo!”.

Lo aceptemos o no, como especie hemos creado con nuestros propios anhelos, temores, dolores y tal vez visiones, a Dios con diferentes nombres, la política, el dinero, los demonios, el nacionalismo, los ángeles, el arte y así hasta el infinito. Todo ha fluido de nosotros. Es posible que neguemos, inclusive, que somos los autores de la Biblia, las guerras, los ámbitos sociales. La responsabilidad es algo difícil y es más fácil creer que el origen está fuera de uno. Y si asumimos la responsabilidad de nuestra asombrosa creatividad, podernos sentir: “¿Eso es todo lo que es? ¿Yo?”. Sin embargo, de todo ello, las cosas, los temores, los impulsos, las estructuras inconscientes como las que dan forma a nuestros sueños, formamos nuestra vida y nuestra suerte, nuestros hijos, el mundo y nuestro futuro. La sombra del temor que creamos en nuestros.sueños, la situación de soledad y de enojo, se transforman en una trama de sentimientos reales en el mundo de la mente. Creamos un monstruo, un genio, un diablo que luego nos asedia e influye en nosotros. O bien con sentimientos de fe, de dirección y de amor creamos otras fuerzas en nosotros y en el mundo. Mas nosotros somos los creadores. En modo alguno estamos separados de las fuerzas que forjan nuestra existencia. Nosotros somos esas fuerzas creadoras. En el sentido más profundo, no ya como simples “egos”, nos creamos a nosotros mismos y continuamos creándonos. Somos el Dios que busca lá humanidad desde hace tanto tiempo.

Otro aspecto del espíritu humano demostrado por los sueños es la conciencia. La mente inconsciente, a menos que sus funciones se encuentren atascadas por un residuo de experiencias infantiles dolorosas nunca elaboradas y de premisas inútiles, tiene propensión a conformar un todo. Ilustra este hecho nuestra formación de gestalts cuando miramos fotografías impresas compuestas por infinidad de puntos. Nuestra mente IPS coloca y los ve como una totalidad, dando significado a lo que son sólo puntos. Cuando la mente humana funciona bien, cuando el individuo es capaz de encarar una gran variedad de emociones, desde el temor y el dolor hasta el éxtasis, este proceso de formar gestalts actúa en forma altamente creadora. Ello se debe a su necesidad de involucrarse en forma consciente; cuando la personalidad teme el sentimiento profundo, se suprime la integración de experiencias profundamente infantiles y con frecuencia perturbadoras. Sin embargo, estas zonas son riquísimas fuentes de información y contienen nuestro aprendizaje fundamental.

Cuando el proceso es normal, la experiencia personal se transforma poco a poco en visiones profundas que trascienden y por lo tanto cambian nuestra vida personal. Porejemplo, de algún modo hemos sido testigos de nuestro propio nacimiento. También vemos aparecer a muchos más como bebés. Vemos cómo la gente envejece, muere. Vemos millones de hechos en nuestra vida y en la del prójimo. El inconsciente, profundamente versado en imaginería, ritual y lenguaje corporal, con los cuales crea sus sueños, recoge datos de la música, arquitectura, ritos tradicionales, gente que transita por las calles, el mundo tácito de la influencia paterna. Son fuentes masivas, increíbles y con todo ello nuestra mente crea significado. Como en un proceso de superposición de un rostro sobre otro hasta formar un identikit, una combinación de todos los rostros, el inconsciente escudriña esta información y crea una visión del mundo, un concepto de la vida y de la muerte. Los arquetipos de Jung son tal vez la síntesis de nuestra propia experiencia cuando alcanza puntos también alcanzados por otros. Si esto es así, Cristo podría ser nuestra expresión de la humanidad entera. Si osamos tocar semejante síntesis de la experiencia, podemos sentir que quebramos los límites de nuestra personalidad actual y nuestros conceptos, porque es algo sumamente trascendente. Ver emerger la nueva visión nos sobrecoge y eleva, nos remonta al espacio como un águila por sobre los hechos aislados de la vida. Es quizá por esta razón que el gran halcón del antiguo Egipto representaba al espíritu humano.

Por último, los hombres siempre se han visto frente a lo imposible. Para un bebé caminar y no orinarse es imposible, pero tras muchas caídas y “accidentes” logra lo imposible. Es como un dios con su logro. Hablar, pilotear aviones más pesados que el aire, caminar en la Luna, eran todas empresas imposibles. Todos los días los hombres desafiamos lo imposible y caemos una y otra vez, nuevamente derrotados. Muchos permanecen tendidos, quebrados. A pesar de ello, inmediata-mente aparecen jóvenes sin más sentido común que un saltamontes, y como ignoran la diferencia entre derecha e izquierda, realizan lo imposible. De un potencial infinito —el gran desconocido—, extraen algo nuevo. Con esperanza, con insensatez, con una sabiduría adquirida quién sabe donde, exigen más y más. Las madres lo hacen constantemente por sus hijos, este trascender más allá de sí mismas. Los amantes pasarán por cielo e infierno por amor al otro y florecerán más allá de donde estaban y de lo que eran. Nosotros vivimos así nutridos, pero raramente apreciamos que este pan cotidiano es sagrado. Y cuando le volvemos la espalda es porque no nos ofrece certidumbre, ni nos confiere autoridad, ni reclama recompensa. Es la vida espiritual del hombre de la calle. Y nuestros sueños recuerdan aunque nosotros lo olvidemos, ya que son parte del cuerpo y la sangre del espíritu humano.

Ver spiritual life in dreams

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