Arquetipo del Padre
Son muchas las imágenes de los sueños que representan al padre: Dios, un dios, un gigante, un tirano, un verdugo, un diablo. En un sentido figurado un hijo es como una planta en proceso de crecimiento. Incorpora porciones de material externo y las transforma en el propio interior. El niño toma inconscientemente a su padre y a su madre como modelo principal para reestructurar su conducta y sus metas. Hay además enormes áreas de nuestro ser básico que giran en torno del padre y de la madre. Aun el no contar con el padre deja una inmensa huella en este sector arquetípico. En nuestros sueños, entonces, nuestro padre es en la mayoría de los casos el efecto total, los hábitos y los rasgos derivados de nuestra propia experiencia o bien falta de ella, con respecto a nuestro padre. El es, además, la gran figura de autoridad original y de fuerza en nuestra vida. Representa por lo tanto nuestra relación con la autoridad externa o con el poder.
Lucha o intento de aplacar al padre: puede indicarnos cómo nos manejamos con la autoridad.
Como bebés o niños no tenemos restricciones y en nuestra relación con nuestro padre sentimos a veces impulsos que como adultos solemos considerar increíbles o inaceptables. Es frecuente que en nuestros sueños liberemos estos impulsos.
Matar al padre: expresar enojo, deshacernos de él para que no haya competencia por la madre, ganarse la propia capacidad de tomar decisiones y de ser independientes. En algún punto necesitamos matarlo en nuestro interior para asumir toda la fuerza posible, obtener nuestra experiencia y ser independientes.
Relación sexual con el padre: para la mujer, realización de los deseos infantiles de poseer; para el varón, deseo de obtener su amor. Es posible que el padre no haya podido mostrar fácilmente este amor, lo cual hace que el niño lo desee en forma desesperada.
Enterrar al padre: probablemente lo más semejante a matar; o encarar su muerte y la propia independencia.
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